Cuando hablamos de pesca sostenible, estamos refiriéndonos a una serie de prácticas orientadas a mantener la población de las especies marinas en niveles óptimos para garantizar la supervivencia, respetando así el entorno natural. Concretamente, la pesca sostenible se basa en técnicas de pesca que no ejercen un impacto negativo sobre los demás habitantes del ecosistema.

 La pesca sostenible es imprescindible, ya que nuestros mares y océanos están amenazados por la sobreexplotación y el consumo de ejemplares por debajo de las tallas mínimas. De esta manera, la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), contempla en el Código de Conducta para la Pesca Responsable, entre muchas otras cosas, que »los Estados y los usuarios de los recursos acuáticos vivos deben conservar los ecosistemas. El derecho a pescar lleva consigo la obligación de hacerlo de manera responsable, de manera que se garantice la efectiva conservación y ordenación de los recursos acuáticos vivos»… En este sentido, una pesca sostenible es toda aquella que con su actividad se preocupa por mantener la población marina en niveles adecuadas, a la vez que respeta el entorno natural. 

¿En qué consiste la pesca sostenible?

Concretamente hablando, la pesca debe cumplir una serie de premisas para considerarse sostenible:

  • Se gestiona pensando en el ecosistema, con acciones que contemplen el impacto de la pesca sobre las poblaciones y el ecosistema.
  • Mantiene las poblaciones de todas las especies en un nivel saludable, ejerciendo una actividad controlada y evitando la desaparición de las especies.
  • Se preocupa por ayudar a proteger especies y hábitats sensibles, garantizando que la actividad no produce un impacto negativo sobre las especies pesqueras y donde se realiza un intenso seguimiento de todas las poblaciones del ecosistema, protegiendo las zonas de reproducción y cría.
  • Utiliza métodos de pesca selectivos, adaptándose al medio marino y evitando así las capturas accidentales.
  • Minimiza el el uso de energía, de productos químicos y la producción de desechos en todas sus operaciones.
  • Mantiene la biodiversidad.
  • Garantiza una trazabilidad veraz desde el punto de captura hasta el mercado.
  • Se preocupa por cumplir la legislación y normativa vigente.

En este sentido, España tiene una gran responsabilidad, ya que nuestra flota pesquera es una de las más grandes del mundo. Somos un gran comercializador y procesador de pescado y también consumidor. Así pues, España es uno de los mayores demandantes de pescado y marisco del mundo.

Tras la reforma de 2013, la UE dispone de una poderosa legislación a la hora de asegurar la sostenibilidad a largo plazo de la pesca europea e internacional. En este sentido, establece objetivos y calendarios claros para alcanzar un buen estado en los caladeros europeos, minimizar los descartes o su integración ambiental.

Luis Planas presenta el Informe sobre los Acuerdos de pesca sostenible de la UE y sus beneficios para la flota española

El pasado 9 de agosto el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación en funciones, Luis Planas, ha presentado en el Consejo de Ministros, un informe sobre los “Acuerdos de Colaboración de Pesca Sostenible: beneficios para la flota pesquera española”, en el que se recogen la red de acuerdos bilaterales de pesca de la Unión Europea con terceros países y su papel en el mantenimiento de una flota española competitiva y sostenible. Estos acuerdos se han hecho con países africanos y del océano Pacífico, de los que España es el país comunitario que más se beneficia, al obtener el mayor número de licencias.

En la actualidad, existen 12 Acuerdos de Colaboración de Pesca con protocolos vigentes con países en desarrollo como Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Guinea Bissau, Islas Cook, Liberia, Marruecos, Mauricio, Mauritania,  Sao Tomé y Príncipe, Senegal y Seychelles que ofrecen posibilidades de pesca a unos 250 buques de bandera española y aproximadamente 2.500 tripulantes.

 Además, la pesca extraída en vista de estos Acuerdos se desembarca y/o comercializa en un elevado porcentaje en los puertos españoles, lo que genera una red de la que dependen otras actividades relacionadas y constituye  el principal motor económico en amplias regiones costeras de España.